En el transcurso del conflicto
fueron movilizados más de 70 millones de militares, incluidos 60 millones de
europeos, lo que lo convierte en una de las mayores guerras de la Historia.
Murieron más de 9 millones de combatientes, muchos a causa de los avances
tecnológicos de la industria armamentística, que hizo estragos contra una
infantería que fue usada de forma masiva y temeraria.
El 28 de julio, el
conflicto dio comienzo con la invasión de Serbia por Austria-Hungría, seguida
de la invasión de Bélgica, Luxemburgo y Francia por el Imperio alemán, y el
ataque de Rusia contra Alemania. Tras ser frenado el avance alemán en dirección
a París, el Frente Occidental se estabilizó en una guerra estática de desgaste
basada en una extensa red de trincheras que apenas sufrió variaciones
significativas hasta 1917. En el frente oriental, el ejército ruso luchó
satisfactoriamente contra Austria-Hungría, pero fue obligado a retirarse por el
ejército alemán. Se abrieron frentes adicionales tras la entrada en la guerra
del Imperio otomano en 1914, Italia y Bulgaria en 1915 y Rumanía en 1916
.
El Imperio ruso colapsó en 1917
debido a la Revolución de Octubre, tras lo que dejó la guerra. Después de una
ofensiva alemana a lo largo del Frente Occidental en 1918, las fuerzas de los
Estados Unidos se unieron a los Aliados de la Triple Entente, que hicieron
retroceder al ejército alemán en una serie de exitosas ofensivas. Tras la
Revolución de Noviembre de 1918 que forzó la abdicación del Káiser, Alemania
aceptó el armisticio el 11 del mismo mes.
Al final de la guerra cuatro
potencias imperiales, los imperios alemán-ruso, Austro-Húngaro y Otomano,
habían sido derrotados militar y políticamente y desaparecieron. Los imperios
alemán y ruso perdieron una gran cantidad de territorios, mientras que el
austro-húngaro y el otomano fueron completamente disueltos.
El mapa de Europa
Central fue redibujado con nuevos y pequeños estados y se creó la Sociedad de
Naciones con la esperanza de prevenir otro conflicto similar. Los nacionalismos
europeos, espoleados por la guerra y la disolución de los imperios, las
repercusiones de la derrota alemana y los problemas generados por el Tratado de
Versalles se consideran generalmente como factores del comienzo de la Segunda
Guerra Mundial.
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